Positivo
Así va 67/100
Entradas de Renovables
Así va 100/100
Eficiencia Energética
Así va 100/100
Salida de Fósiles
Así va 33/100
Eliminación de Subsidios
Así va 50/100
Inversiones en TE
Así va 50/100
Justicia en TE
No Aplica
Resumen
Chile ha trazado su ruta hacia la descarbonización mediante un sólido marco normativo y estratégico. Esta trayectoria comenzó con la Ley de Energías Renovables de 2008 (Ley 20.257), que estableció una cuota mínima de 10% de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) al 2020, meta que fue aumentada al 20% para 2025 en 2012. Posteriormente, la Política Energética 2050 —publicada en 2015 y actualizada en 2022— definió metas de largo plazo para una matriz energética sostenible. A ello se suma la Ley Marco de Cambio Climático de 2022, que establece como obligación legal la carbono neutralidad al 2050 y compromete, a través de la NDC, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) alcanzando su punto máximo en 2025. Dentro de este proceso, el sector eléctrico ha sido clave, al representar el mayor porcentaje de emisiones del país. En 2019, el gobierno y las empresas generadoras firmaron un acuerdo voluntario para cerrar las 28 centrales a carbón que operaban en Chile a más tardar en 2040. A marzo de 2025, ya se han cerrado 11, reduciendo en un 30% la capacidad instalada respecto a 2019, con planes de alcanzar un 38% menos para octubre de 2029. La transición energética avanza de manera decidida, centrada en el sector eléctrico, con el objetivo de compatibilizar desarrollo económico y sostenibilidad ambiental. No obstante, enfrenta desafíos relevantes para asegurar una distribución justa de sus beneficios. Sin embargo, la falta de un plan de remediación para los pasivos ambientales dejados por la generación a carbón, así como la ausencia de una planificación económica para las comunidades afectadas, dificultan la implementación efectiva de una transición justa.
Salvo una pequeña producción de gas y petróleo en Magallanes, en la zona austral del país, Chile no dispone de recursos fósiles que le permitan solventar sus necesidades energéticas. Por lo tanto, importa casi el 100% del petróleo, carbón y gas natural, lo que significó el 58% de la energía primaria total consumida durante 2023. Durante este mismo año, la biomasa siguió siendo uno de los combustibles más utilizados, alcanzando el 27,4%, mientras que la hidroelectricidad aportó un 6,1%. Otras fuentes renovables como solar, eólica y geotermia aportaron con un 8,2%.
En la siguiente tabla se muestra la matriz energética (energía primaria) a 2023:
Fuente | Tcal | % |
Petróleo | 93.609 | 28,2 |
Gas natural | 65.805 | 19,8 |
Carbón mineral | 33.729 | 10,1 |
Hidroenergía | 20.111 | 6,1 |
Geotermia | 3.165 | 1,0 |
Eólica | 8.076 | 2,4 |
Solar | 15.856 | 4,8 |
Biomasa/biogás | 92.007 | 27,4 |
Fuente: Ministerio de Energía, Balance Nacional de Energía 2023
Respecto a la matriz para generación de electricidad, a fines de 2023 la capacidad instalada alcanzó los 34.503 MW brutos, donde el 99,3% corresponde al Sistema Eléctrico Nacional (SEN), que abarca desde Arica en la zona norte hasta Ancud en la isla de Chiloé. El restante 0,7% se reparte entre los Sistemas Medianos, ubicados en la zona austral del país: Los Lagos, Aysén y Magallanes.
En la siguiente tabla se muestra la matriz eléctrica nacional, como capacidad instalada a diciembre de 2023. Incluye Sistemas Medianos y aislados.
Tecnología | GW | Participación |
Hídrica | 7,54 | 21,9% |
Carbón | 3,79 | 11,0% |
Diésel | 2,95 | 8,6% |
Gas Natural | 5,49 | 15,9% |
Eólico | 4,72 | 13,7% |
Solar | 9,06 | 26,3% |
Termosolar | 0,11 | 0,3% |
Geotérmica | 0,10 | 0,3% |
Biomasa/biogás/petcoke | 0,74 | 2,1% |
Total | 34,50 | 100,0% |
Fuente: CNE, Anuario Estadístico de Energía 2023
En el balance energético resumido para el año 2023 según OLADE distribuye la energía que ingresa al país y de qué manera se consume entre los grandes sectores, identificados como transporte (35% del consumo), industrial (21% del consumo), residencial (18% del consumo), agro pesca y minería (19%) y comercial-servicios públicos (6%).
En materia de compromisos internacionales, Chile en su documento Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) de 2020, se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 en un 30% respecto a un escenario BAU. La NDC de 2020 comprometió un presupuesto nacional de emisiones de 1.100 MtCO2eq entre 2020 y 2030, alcanzar el máximo de emisiones el año 2025, y lograr un nivel de emisiones de 95 MtCO2eq al 2030, considerando que las emisiones acumuladas entre 2020 y 2022 alcanzan 325.4 Mt de CO2 eq. Actualmente la NDC 2025,que debe ser presentada a la Secretaría de la Convención de Cambio Climático antes de la COP 30, se encuentra en etapa de consulta pública.
Así mismo, desde 2022, Chile cuenta con una Ley Marco de Cambio Climático, la cual establece un marco regulatorio para la acción climática, y se da el mandato de crear planes sectoriales de reducción de emisiones y adaptación al cambio climático. En esta ley se refrendaron los compromisos de las NDC: promover el fortalecimiento en futuras NDC y establecer el compromiso legal de alcanzar la carbono neutralidad el año 2050.
Con el objeto de impulsar la incorporación de fuentes renovables renovables no convencionales (ERNC) a la matriz de generación de electricidad, en 2008 se promulgó una ley de cuotas que estableció alcanzar el 10% de ERNC de las ventas a clientes finales al 2025. El año 2013 esta ambición fue elevada a 20% como cuota al 2025. Estas metas fueron alcanzadas con varios años de anticipación. Actualmente se encuentra en tramitación en el Congreso un proyecto de Ley para impulsar una participación de 60% de ERNC al 2030 (Boletín N°14755-08).
Por su parte, la Ley de Eficiencia Energética (EE) establece un marco integral para fomentar el ahorro y uso eficiente de la energía, buscando no solo reducir el consumo energético, sino también contribuir a la sostenibilidad ambiental y el bienestar económico del país. Como lo mandata esta ley de EE, se elaboró el Plan Nacional de Eficiencia Energética 2022-2026, con un objetivo de reducción de 20% en el consumo de energía para 2026, y en él se incluyen medidas para fomentar la eficiencia en la industria, transporte y edificios.
En diciembre de 2021, el Ministerio de Energía publicó la Estrategia de Transición Justa en el Sector Energía, la cual busca mitigar el impacto social en comunidades y trabajadores afectados por el proceso de transición hacia energías renovables y sobre todo por el proceso de descarbonización. Esta estrategia incluye programas de capacitación y apoyo a la reconversión laboral.
Durante 2024 se inició el “Proceso de Evaluación Ambiental Estratégica para la Estrategia Nacional de Transición Socioecológica Justa” con el objetivo de evaluar integralmente los impactos ambientales y sociales de su implementación, considerando dimensiones ecológicas, económicas y sociales, e incorporando las perspectivas de comunidades locales, organizaciones sociales y expertos para una toma de decisiones inclusiva. Esta estrategia, que se publicará en 2025, busca enfrentar los desafíos de la transición energética mediante la promoción de empleos verdes y la capacitación laboral, con especial énfasis en preparar a la fuerza laboral para los cambios del sector energético. Sin embargo, persisten desafíos importantes para lograr una distribución equitativa de los costos y beneficios de la transición, especialmente ante la falta de un Plan de Acción para remediar los pasivos ambientales en zonas carboníferas y la ausencia de una planificación clara para la reconversión económica local, lo que complica una transición verdaderamente justa en el retiro del carbón del sector eléctrico.
En cuanto al presupuesto para la transición energética justa del país, a continuación se detalla la partida presupuestaria del Ministerio de Energía a manera de contexto:
Presupuesto para programas de TEJ, millones de pesos | ||||
Programa \ Año | 2022 | 2023 | 2024 | 2025 |
Apoyo en desarrollo de ERNC | 2.931 | 2.985 | 1.980 | 1.804 |
Programa energización rural y social | 1.347 | 1.431 | 882 | 592 |
Plan de acción de Eficiencia Energética | 2.069 | 2.170 | 2.494 | 2.123 |
Agencia Chilena de Eficiencia Energética | 5.874 | 7.038 | 10.886 | 10.059 |
Transición Energética Justa (incluye desarrollo de Hidrógeno Verde) | 12.228 | 8.749 | 7.442 | |
Total | 12.221 | 25.852 | 24.991 | 22.020 |
Fuente: Contenido de proyecto de Ley Presupuesto 2022, 2023, 2024 y 2025 disponible en dipres.gob.cl
Chile ha experimentado un avance notable en el desarrollo de energías renovables, consolidándose como uno de los países líderes en la región en esta materia. Desde la promulgación de la Ley N°20.257 en 2010, que estableció una obligación creciente de participación de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) en la matriz eléctrica, se ha producido una transformación profunda del sector. Esta obligación se reforzó con la Ley N°20.698 (“Ley 20/25”), que fijó un objetivo del 20% de generación renovable para 2025. El cumplimiento ha sido ampliamente superado: al año 2023, la generación reconocida como ERNC alcanzó los 30.468 GWh, triplicando el mínimo exigido. Este dinamismo ha sido posible gracias a las condiciones naturales favorables —como altos niveles de radiación solar y potencial eólico— y al marco regulatorio estable que atrajo inversiones sostenidas. La capacidad instalada de energía solar creció de 0,08 GW en 2013 a 11,19 GW en 2024, mientras que la energía eólica pasó de 0,28 GW a 5,28 GW en el mismo período. Como resultado, en 2024 más del 60% de la generación eléctrica provino de fuentes limpias, lo que ha contribuido significativamente a la reducción de emisiones del sector eléctrico.
Este avance se ha complementado con mejoras sostenidas en eficiencia energética. A partir de 2019, la intensidad energética del país ha mostrado una tendencia descendente, alcanzando su nivel más bajo desde 2010. Esta evolución positiva refleja la implementación de políticas concretas como la Ley de Eficiencia Energética y el Plan Nacional de Eficiencia Energética 2022–2026, que han promovido el uso racional de la energía en sectores clave como el transporte, la industria, las edificaciones y el consumo residencial. Estos esfuerzos posicionan al país en una trayectoria favorable para cumplir su meta nacional de reducción del 6% de la intensidad energética al 2026, en línea con los compromisos climáticos internacionales y con la meta de carbono neutralidad al 2050.
En cuanto a la salida progresiva de los combustibles fósiles, Chile ha avanzado en la descarbonización del sector eléctrico mediante el cierre programado de centrales a carbón. En 2019, el país se comprometió a cerrar todas sus plantas a carbón para 2040, cuando existían 28 unidades activas con una capacidad instalada de 5.287 MW. A marzo de 2025, se han cerrado 11 centrales y la capacidad total ha disminuido a 3.712 MW. Entre 2025 y 2029, otras nueve centrales tienen compromisos de cierre o reconversión, sumando 2.025 MW adicionales. Solo ocho unidades permanecen sin fecha definida de cierre, con una capacidad conjunta de 1.687 MW. Esta reducción en el uso del carbón ha permitido disminuir las emisiones del sector eléctrico en un 6% respecto a 2015 y en un 3% respecto a 2020, a pesar de que las emisiones globales del país continúan en ascenso.
Sin embargo, la eliminación de subsidios a los combustibles fósiles continúa siendo uno de los desafíos más complejos de la transición energética. Actualmente, la totalidad de los subsidios se concentra en el consumo, y su reducción requiere un análisis detallado sobre el impacto social, especialmente en sectores vulnerables que aún dependen de combustibles fósiles para necesidades básicas. La drástica caída en el gasto público en subsidios en el último año —tras un pico provocado por la crisis energética internacional— indica una acción rápida del gobierno, pero no necesariamente un cambio estructural. Aún persisten apoyos específicos en zonas como Magallanes, donde se otorgan subsidios al combustible y tarifas eléctricas preferenciales para compensar los altos costos de calefacción y transporte. Además, no existe un compromiso formal para el término definitivo de estos subsidios. Las discusiones sobre la reforma del impuesto específico a los combustibles y la reconfiguración de apoyos al transporte público siguen sin consensos políticos.
Finalmente, la transformación energética en Chile ha sido respaldada por una estrategia de inversión pública y privada que ha promovido la innovación, el desarrollo tecnológico y la expansión de infraestructura energética. Desde la Estrategia Energía 2050 hasta la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, el país ha definido objetivos claros para avanzar hacia una matriz diversificada y sostenible. A través del Ministerio de Energía, se han canalizado recursos hacia el desarrollo energético rural, el fomento de ERNC, la eficiencia energética y la implementación de programas para ampliar el acceso y la sostenibilidad del sistema energético. Aunque el impulso inicial entre 2018 y 2020 fue más marcado, en años recientes el proceso se ha ralentizado, lo que evidencia la necesidad de fortalecer la gobernanza, acelerar los consensos políticos y asegurar una transición justa y equilibrada para todos los sectores de la sociedad.
Entradas de renovables
Chile ha experimentado un crecimiento significativo en la capacidad instalada de energías renovables, especialmente en solar y eólica. El país ha alcanzado niveles destacados en la generación de electricidad a partir de fuentes renovables no convencionales. De acuerdo con lo señalado por el Coordinador Eléctrico Nacional en su Reporte Energético de enero de 2025, a diciembre de 2024 la capacidad instalada en plantas fotovoltaicas comerciales en el Sistema Eléctrico Nacional alcanzó los 11,19 GW, en tanto que la eólica fue de 5,28 GW. Adicionalmente, Chile cuenta con una importante capacidad de generación hidroeléctrica de 7,56 GW en centrales de embalse y de pasada.
Por otra parte, como lo muestra ACERA en su reporte Estadísticas del Sector de Generación de Energía Renovable y Almacenamiento, a febrero de 2025, 4.110 MW de proyectos ERNC se encuentran en etapa de construcción (80% solar fotovoltaico y 20% eólico) y 23.983 MW se encuentran con aprobación ambiental. Respecto a proyectos de almacenamiento, la capacidad instalada en operación es de 948 MW, en tanto hay otros 2.710 MW en construcción y 5.973 MW aprobados.
En relación con la generación distribuida residencial, Chile cuenta con la Ley N°20.571, la cual es un sistema que permite la autogeneración de energía en base a Energías Renovables No Convencionales (ERNC) y cogeneración eficiente. Esta Ley, conocida también como Netbilling, entrega el derecho a los usuarios a vender sus excedentes directamente a la distribuidora eléctrica a un precio regulado. El reporte ERNC de la Comisión Nacional de Energía de febrero de 2025, muestra 27.912 proyectos registrados, por un total de 332,8 MW de capacidad instalada en sistemas residenciales.
La meta incluida en el primer balance mundial busca triplicar la capacidad de energías renovables a nivel global de manera que se alcance una capacidad instalada de 11.000 GW para el año 2030. Sin embargo, esto no significa que todos los países deban incrementar estrictamente su capacidad al mismo ritmo. A partir de un análisis de Transforma, se encontró que Chile alcanzaría un 96% de generación renovable en su matriz eléctrica para 2030 con un aumento de 27,2 GW en la capacidad instalada de ERNC. La capacidad instalada de energías renovables en 2022 se incrementa 2,28 veces a 2030 y 3,07 veces si se excluyen las hidroeléctricas bajo el escenario de progresión sostenible (Diaz et al., 2024).
Adicionalmente la Política Energética Nacional 2050, actualizada a marzo de 2022, estableció dentro de sus metas principales alcanzar 80% de energías renovables al 2030 y 100% de energías cero emisiones al 2050 en generación eléctrica; 2.000 MW en sistemas de almacenamiento de energía en el Sistema Eléctrico Nacional al 2030 y 6.000 MW al 2050 en tecnologías tales como baterías, bombeo hidráulico, aire comprimido, aire líquido u otras. También se encuentra en tramitación en el Congreso un proyecto de Ley (Boletín N°14755-08) para impulsar una participación de 60% de ERNC al año 2030, y una obligación de 40% por bloques horarios.
- Comportamiento tendencial (Puntaje: 1)
En general se observa un comportamiento tendencial positivo, es decir, donde el crecimiento de la capacidad renovable, con mayor participación de la generación eólica y fotovoltaica, muestra un aumento de la capacidad instalada de 13,5 GW en 2020 a 22,1 GW al 2023, representando un incremento de 63,7%. Entre las razones para este crecimiento se encuentran (a) las leyes de cuota; (b) los contratos de suministro con bloques horarios; (c) los compromisos de descarbonización y (d) el costo de inversión competitivo de las fuentes renovables.
- Comportamiento interanual (Puntaje: 1)
Se observan saltos interanuales relevantes, impulsados tanto por los contratos de suministro a clientes de tarifa regulada, pero también por contratos de grandes clientes mineros cuyo objetivo es “descarbonizar sus contratos” de suministro de electricidad. La evolución de la capacidad de generación alcanzó 22,1 GW a finales del 2023. Los principales aportes provienen de las tecnologías fotovoltaica y eólica, sumando entre ellas un 90,7% del total de la capacidad ERNC instalada al 2024.
- Comparación respecto a la meta de referencia (Puntaje: 1)
El crecimiento es consistente al contrastarlo de manera general con el índice de entrada de energías renovables. Se observa que el ritmo de expansión ha sido acorde a las trayectorias previstas en el Escenario de Progresión Sostenible.
Chile ha alcanzado un puntaje general de 100, gracias a una evolución sostenida en su transición energética. El país ha mostrado un crecimiento constante en capacidad instalada renovable, principalmente en tecnologías eólica y fotovoltaica, con un aumento del 63,7% entre 2020 y 2023. Este avance responde a un marco regulatorio favorable y a compromisos claros de descarbonización. Interanualmente, el crecimiento ha sido impulsado por contratos de suministro tanto con clientes regulados como grandes consumidores industriales, especialmente del sector minero. A fines de 2023, la capacidad ERNC alcanzó 22,1 GW, de los cuales el 90,7% corresponde a fuentes eólica y solar.
A partir de las leyes de cuotas de energías renovables no convencionales (ERNC), la adecuación de las bases de licitación incluyendo bloques horarios ERNC para suministro de clientes regulados; el acuerdo de las empresas generadoras privadas y el Gobierno para el retiro de las centrales a carbón, las recientes leyes de Eficiencia Energética y de Almacenamiento de Energía, entre los elementos más relevantes; Chile ha establecido una ruta de transición energética hacia una fuente de generación descarbonizada que ha dado pasos firmes y se espera se consolide en los próximos años.
Este avance se ve reflejado en el notable crecimiento de la capacidad renovable observada en los últimos años, principalmente en tecnologías eólica y fotovoltaica, lo que ha permitido que el país mantenga una trayectoria de expansión coherente con los escenarios de sostenibilidad previstos. La descarbonización de la matriz de generación y la electrificación de la demanda son pilares fundamentales sobre los cuales se basan las metas y compromisos internacionales, a los cuales Chile aspira llegar con anticipación a las fechas comprometidas.
Eficiencia energética
La Ley de Eficiencia Energética de Chile (Ley N°20.571), publicada en febrero de 2021 establece un marco global, el cual se materializa cada 5 años en el denominado Plan Nacional de Eficiencia Energética. El primero de estos planes corresponde al periodo 2022-2026. El objetivo del Plan es proporcionar un marco para el desarrollo de la eficiencia energética y, de esta manera, materializar el potencial de ahorro energético que permita alcanzar la carbono neutralidad al año 2050, en línea con las políticas desarrolladas por el país en materia de sostenibilidad.
La Ley identifica los siguientes grupos a los cuales son aplicables estas obligaciones:
- Grandes Consumidores usuarios con un consumo anual de más de 500 MWh
- Sector Público, entidades del gobierno e instituciones públicas
- Proyectos de inversión, aquellos proyectos de infraestructura y desarrollo que requieran Evaluación Ambiental
- Empresas de servicios energéticos (ESCOs), empresas que ofrecen servicios de mejora de eficiencia energética
El Plan Nacional de Eficiencia Energética 2022-2026 de Chile establece una serie de compromisos y objetivos para promover el uso eficiente de la energía. El compromiso es reducir el consumo de energía en un 20% para 2026 en comparación con sus proyecciones de consumo, a través de la implementación de medidas de eficiencia energética en diversos sectores.
Se establecen las siguientes metas de reducción de la intensidad energética respecto al año 2019:
- Al 2026: 6% (1,82 Tcal por miles de millones de pesos)
- Al 2030: 15% (1,65 Tcal por miles de millones de pesos)
- Al 2050: 35% (1,25 Tcal por miles de millones de pesos)
El Plan se divide en cuatro sectores: Sectores Productivos, Transporte, Edificaciones y Ciudadanía, para los cuales se especifican las siguientes medidas principales.
Sectores Productivos: Implementación de sistemas de gestión de energía, promoción de la electrificación de usos térmicos y motrices en la industria y minería, fortalecimiento de la formación de especialistas, difusión de resultados y beneficios.
- Reducir en un 4% la intensidad energética de los grandes consumidores al 2026, respecto al año 2021.
- Reducir en un 25% la intensidad energética de los grandes consumidores al 2050, respecto al año 2021.
Sector Transporte: Establecimiento de estándares de eficiencia energética para vehículos, impulso a la electromovilidad y fortalecimiento de la formación de especialistas.
- Duplicar el rendimiento de los vehículos livianos nuevos que entran al país al año 2035, respecto del año 2019.
- Cuadruplicar el rendimiento de los vehículos livianos nuevos que entran al país al 2050, respecto del año 2019.
Sector Edificaciones: Actualización de los estándares de eficiencia energética, impulso a la renovación energética y reacondicionamiento térmico, calificación energética de edificaciones, habilitación de la energía distrital y fortalecimiento de la formación de especialistas.
- Las nuevas viviendas lograrán un ahorro promedio de 30% en su demanda de energía térmica al año 2026, respecto del año 2021.
- Las nuevas edificaciones lograrán un ahorro promedio de 50% en su demanda de energía térmica al año 2050, respecto del año 2021.
Sector Ciudadanía (Equipos y Consumo): Difusión de información ciudadana, fortalecimiento del programa educativo, actualización y ampliación de etiquetado y estándares de artefactos.
- El 70% de las principales categorías de artefactos y equipos que se venden en el mercado corresponden a equipos energéticamente eficientes al año 2035.
- El 100% de las principales categorías de artefactos y equipos que se venden en el mercado corresponden a equipos energéticamente eficientes al año 2050.
Estas metas sectoriales no hacen parte de las metas evaluadas por esta herramienta de monitoreo, dado que se evalúa con respecto a mejoras en eficiencia energética global. Sin embargo, se agregan para consulta.
- Comportamiento tendencial (Puntaje: 1)
Para el periodo de análisis se evidencia una tendencia positiva en la reducción de la intensidad energética entre 2010 y 2022, con una caída sostenida desde 2019, además del nivel histórico más bajo de intensidad energética desde 2010. Las mejoras efectivas en eficiencia energética han mostrado un incremento acelerado, con mejoras anuales del 3%, 6% y 8% para los años 2020, 2021 y 2022 respectivamente.
- Comportamiento interanual (Puntaje: 1)
Hasta donde alcanza a mostrar la serie estadística el comportamiento interanual, este es positivo, ya que se observa un descenso constante en la intensidad energética, es decir, el país en general muestra una mayor eficiencia en la producción de bienes y servicios.
- Comportamiento con respecto a la meta de referencia (Puntaje: 1)
Al contrastar los avances mencionados previamente con la meta de duplicar la tasa anual promedio de mejora en eficiencia energética con respecto a la meta global del 4%, Chile ha superado la misma con un 6% y 8% en los años 2021 y 2022.
La evaluación general del desempeño en eficiencia energética de Chile entre 2010 y 2022 muestra un comportamiento tendencial claramente positivo. Desde 2019, la intensidad energética ha disminuido de forma sostenida, alcanzando su nivel más bajo desde 2010. Este descenso refleja avances concretos en la implementación de políticas y medidas que han incentivado una mayor eficiencia en el uso de la energía, particularmente a partir del marco normativo establecido por la Ley de Eficiencia Energética y el Plan Nacional 2022–2026.
El país ha demostrado un progreso constante, con mejoras en eficiencia energética. Esta tendencia confirma una consolidación del compromiso nacional hacia un uso más racional de los recursos energéticos en sectores clave como el productivo, transporte, edificaciones y ciudadanía.
Estos resultados posicionan al país en un camino favorable para cumplir la meta global del 4% y su meta nacional del 6% de reducción de la intensidad energética al 2026 y lo acercan a su objetivo de carbono neutralidad al 2050, mostrando un uso más eficiente de la energía en relación con su crecimiento económico.
Salida de fósiles
Chile no es un país productor de combustibles fósiles. En el pasado fueron explotadas minas de carbón, siendo las más relevantes las de la zona de Coronel, Lota y Curanilahue, cerradas en 1997 y que suministraban una pequeña parte de las necesidades energéticas del país. Más recientemente, entre 2013 y 2020 operó un proyecto en Isla Riesco, en la zona austral de Chile, pero el giro del país hacia fuentes renovables, la baja calidad del producto y problemas ambientales, hicieron que esta mina dejara de explotarse.
Actualmente, la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP) opera instalaciones de extracción de petróleo y gas cuyo nivel de producción es poco relevante para las necesidades del país. Este petróleo y gas se utilizan localmente o son exportados principalmente a Argentina para operaciones locales.
De acuerdo con el Balance Nacional de Energía 2023, Chile produjo sólo 1,5% del total del petróleo consumido en el país, el restante 98,5% fue importado. A la fecha, no existen planes de cierre de estas instalaciones. Por otro lado, el sector transporte es responsable del 26% del total de las emisiones de GEI del país, y cerca del 99% de su consumo energético proviene de combustibles fósiles importados (incluyendo combustibles y el petróleo importado para las refinerías y la producción nacional de combustibles) (Política Energética Nacional 2022). Por lo tanto, quizás el mayor desafío que tiene Chile para la eliminación de combustibles fósiles es avanzar a un transporte sin emisiones.
El Balance Mundial (GST, por sus siglas en inglés) plantea como meta acelerar la eliminación del uso de carbón en generación eléctrica cuando este no cuente con tecnologías de captura de emisiones, junto con un llamado general a reducir progresivamente el uso de combustibles fósiles. En línea con este objetivo, Chile mantiene un compromiso voluntario de retiro del carbón de la matriz eléctrica hacia 2040.
Actualmente, el plan de descarbonización eléctrica es la única política nacional que establece una meta concreta para eliminar el uso de combustibles fósiles. Este plan se basa en un acuerdo voluntario entre el gobierno y las empresas generadoras para retirar gradualmente las centrales a carbón. De las 28 unidades originalmente en operación (5.287 MW), a marzo de 2025 se han cerrado 11, quedando 17 unidades activas con una capacidad de 3712 MW. Entre 2025 y 2029, hay nueve centrales con compromisos de cierre o reconversión por un total de 2.025 MW, mientras que ocho unidades (1.687 MW) aún no cuentan con una fecha de cierre definida.
En contraste, no existen metas específicas para el retiro de plantas a gas o diésel, aunque se espera que su operación futura se limite principalmente a funciones de respaldo.
Por otra parte, la Política Energética Nacional 2022 contempla metas ambiciosas para la movilidad sostenible. Estas incluyen que al 2040 el 100% de los buses y taxis de transporte urbano —tanto público como privado— sean vehículos cero emisiones; al 2050, que al menos el 60% del parque vehicular particular y comercial esté compuesto por este tipo de vehículos; y que para 2035, todas las ventas de vehículos livianos y medianos nuevos, así como las nuevas incorporaciones al transporte público urbano, correspondan a unidades cero emisiones.
- Comportamiento tendencial (Puntaje: 0.5)
El uso de combustibles fósiles en las actividades económicas del país muestra una tendencia general creciente. El consumo de combustibles se ha mantenido estable desde 2012, pero con una leve tendencia al alza a partir del 2020, recuperando la caída que se había dado entre 2019 y 2020. Por otro lado, la producción, que aunque también se ha mantenido estable, tiene una tendencia levemente a la baja, sosteniendo la caída que se dió entre 2019 y 2020. Respecto de la balanza comercial, las importaciones han tenido un mayor incremento a partir de 2020 que incrementaron de 6.815 MUSD en 2020 a 15.918 MUSD en 2023, significando una subida de más del doble.
- Comportamiento interanual (Puntaje: 0.5)
Respecto de las variación entre los últimos dos periodos analizados, las importaciones muestran un decrecimiento pasando de 22.292 MUSD en 2022 y 15.918 MUSD en 2023. Lo anterior significó un cambio de las exportaciones que se redujeron en un 27.48%. El consumo aumentó en 11%, pasando de 834,15 PJ a 936.64 PJ. Finalmente, la producción aumentó en un 16.38%, pasando de 56.18 PJ a 67.19 PJ.
El uso de combustibles fósiles en las actividades económicas de Chile mantiene una presencia significativa, con una tendencia general creciente en su participación, especialmente a partir de 2020. Aunque el consumo se había estabilizado desde 2012, la reciente alza —impulsada por la recuperación económica post-pandemia— se acompaña de una leve pero sostenida disminución en la producción local. Asimismo, hay una alta dependencia del país respecto a las importaciones de fósiles, que se duplicaron entre 2020 y 2023. Esta situación impacta negativamente la balanza comercial energética y refuerza la urgencia de una transición hacia fuentes limpias, en línea con las metas del Plan Nacional de Eficiencia Energética.
En cuanto al comportamiento interanual, el año 2023 presentó señales mixtas, las importaciones disminuyeron en un 27,5% respecto a 2022, el consumo interno creció un 11% y la producción local un 16%. Esto refleja una leve recuperación de la actividad interna y evidencia que, sin medidas estructurales más profundas, la demanda seguirá anclada a fuentes fósiles. El caso del transporte es paradigmático: a pesar de los avances con buses eléctricos y taxis, la electrificación completa del sector es aún una meta lejana, pero clave para la descarbonización del país.
Subsidios
En el marco de la transición energética y los compromisos de descarbonización, Chile ha comenzado a reevaluar y reducir los subsidios a los combustibles fósiles, promoviendo una mayor inversión en energías renovables y eficiencia energética. Esto es parte de un esfuerzo más amplio por alinear la política energética del país con los objetivos de sostenibilidad y cambio climático.
La eliminación gradual de estos subsidios es un desafío que enfrenta el gobierno chileno, ya que implica considerar tanto el impacto ambiental como las implicaciones económicas y sociales para los consumidores y sectores vulnerables.
Chile importa casi el 100% de los combustibles fósiles que utiliza, por esta razón está expuesto a la variabilidad de los precios internacionales. Dentro de los principales subsidios y mecanismos relaciones a los combustibles fósiles se encuentran los siguientes:
- Subsidio al precio de los combustibles: a través de mecanismos como el Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles (FEPC) o el actual MEPCO.
- Exenciones impositivas: existen exenciones y reducciones en impuestos aplicables a los combustibles fósiles, como el Impuesto Específico a los Combustibles, que permite precios más bajos para ciertos tipos de combustibles.
- Subsidios a la industria: algunas industrias, como la minería y la pesca, pueden recibir subsidios o apoyo financiero para el uso de combustibles fósiles, incentivando su utilización en procesos productivos.
- Tarifas reguladas: en algunos casos, las tarifas de electricidad generada a partir de combustibles fósiles pueden estar reguladas, lo que puede implicar un apoyo indirecto al uso de estos combustibles.
- Políticas de transporte: Subsidios para el transporte público que utilizan combustibles fósiles, como el transporte urbano, que pueden incluir tarifas subsidiadas para hacer más accesible el uso de dichos servicios.
Adicionalmente, en regiones extremas, como Magallanes por ejemplo, se otorgan subsidios para reducir el costo de los combustibles, lo que ayuda a mitigar el impacto de altos precios en el transporte y la calefacción. También existen programas que permiten a los habitantes de zonas extremas acceder a tarifas eléctricas más bajas, facilitando el acceso a la energía eléctrica a precios más accesibles.
El Estado de Chile ha implementado desde 2014 el Mecanismo de Estabilización de Precios de los Combustibles (MEPCO), con el objetivo de reducir la volatilidad de precios en productos como la gasolina, el diésel, el gas licuado de petróleo y el gas natural comprimido. Este mecanismo, que sucedió al Fondo de Estabilización del Precio del Petróleo (FEPC), ha sido ampliado en distintas ocasiones para responder a escenarios de alza sostenida en los precios internacionales de los combustibles. En enero de 2022, el MEPCO operaba con un límite de 500 millones USD; este monto se incrementó a 1.500 millones USD en marzo del mismo año, y posteriormente a 3.000 millones USD a fines de mayo de 2022. Si bien su diseño original contemplaba la estabilización temporal frente a fluctuaciones bruscas del mercado, en la práctica el MEPCO ha terminado funcionando como un subsidio indirecto, ya que no se han generado períodos de baja de precios que permitan recuperar los fondos públicos invertidos. A la fecha, no existe una estrategia definida por parte del Estado sobre cómo reducir o eliminar progresivamente este subsidio, lo que plantea desafíos tanto fiscales como ambientales.
Paralelamente, el Estado mantiene la aplicación del Impuesto Específico a los Combustibles (IEC), el cual grava la venta de gasolina, diésel y gas, con el objetivo de recaudar ingresos fiscales y promover un uso más eficiente de estos recursos. Según datos del Servicio de Impuestos Internos, entre los años 2009 y 2020 este impuesto representó en promedio un 5,3% del total de los ingresos tributarios del país, reflejando su importancia en la estructura fiscal nacional. Sin embargo, el diseño del IEC ha sido objeto de ajustes a lo largo del tiempo, influido por factores económicos, sociales y políticos, y su efectividad como herramienta de desincentivo ambiental ha sido limitada por exenciones tributarias vigentes. En particular, el sector transporte accede a un subsidio indirecto a través de dichas exenciones, las cuales se estiman en un costo fiscal de entre 300 y 400 millones USD anuales. Aunque han existido propuestas para eliminar estos beneficios, no se ha avanzado en la presentación de un proyecto de ley que busque su eliminación o modificación. En este contexto, persiste como una meta pendiente del Estado el establecer una revisión integral del régimen de subsidios e incentivos relacionados con los combustibles, en línea con objetivos de sostenibilidad fiscal, equidad tributaria y transición energética.
- Comportamiento tendencial (Puntaje: 0)
Desde el 2020, los subsidios al consumo de combustibles fósiles venía en incremento, pasando de una gasto de 124.91 MUSD (0.05% del PIB) en 2020 a un gasto de 2470.57 USD en 2022 (0.82% del PIB), con un incremento de casi 19 veces. Esta tendencia parece estar sufriendo un proceso de reversión, con una caída en 2023 al 0.05% del PIB (151.48 MUSD) equiparable al punto de partida del 2020. Es importante resaltar que el pico resultante en el 2022, se da en respuesta a la medida que tomaron múltiples países ante la crisis de precios de combustibles asociada a la guerra entre Rusia y Ucrania.
- Comportamiento interanual (Puntaje: 1)
Analizando la variación de los dos últimos períodos, se ve una caída importante, pasando de un gasto de 0,82% del PIB a 0.05% del PIB entre 2022 y 2023, lo cual puede estar asociado a un rápido ajuste del gobierno tras el alza de 2022 que sigue la tendencia de muchos países tanto de la región como del mundo.
Dado que la totalidad de los subsidios otorgados en Chile a los combustibles fósiles están orientados al consumo, es crucial analizar si estos recursos benefician efectivamente a los sectores más vulnerables que requieren apoyo para acceder a energía a precios accesibles. La marcada disminución del gasto en subsidios durante el último año refleja un giro significativo respecto a la tendencia al alza de años anteriores, lo que sugiere una respuesta rápida del gobierno ante un contexto excepcional de crisis energética global. Sin embargo, este ajuste plantea desafíos importantes, ya que podría afectar a los hogares y sectores que aún dependen de combustibles fósiles para satisfacer necesidades básicas.
En este contexto, se mantienen mecanismos de apoyo específicos en ciertas regiones extremas del país, como Magallanes, donde los altos costos de transporte y calefacción justifican subsidios directos al precio de los combustibles y tarifas eléctricas preferenciales. Estas políticas buscan garantizar la equidad territorial en el acceso a la energía, aunque también revelan la complejidad de eliminar por completo los subsidios sin generar impactos sociales significativos. A pesar de los avances en políticas energéticas más limpias, como la expansión de sistemas solares térmicos o fotovoltaicos, no existe aún un compromiso formal con el término definitivo de estos subsidios. Las discusiones en torno a la eliminación del impuesto específico a los combustibles o la reformulación de los beneficios al transporte público continúan sin consensos, lo que muestra que la transición hacia una matriz energética más sustentable aún enfrenta obstáculos tanto políticos como sociales.
Inversiones en TE
En el marco de la transición energética y el desarrollo sostenible del país, la inversión en el sector energético proviene tanto del ámbito público como del privado, cada uno con enfoques y objetivos complementarios. Mientras la inversión privada se ha concentrado principalmente en proyectos de generación eléctrica, especialmente mediante fuentes renovables como la solar fotovoltaica y la eólica, así como en refuerzos a la red de transmisión y mejoras en eficiencia energética en el sector productivo, la inversión pública se ha orientado hacia el fortalecimiento de las capacidades del Estado y el apoyo a comunidades vulnerables, con énfasis en inclusión energética y desarrollo territorial.
No se cuenta con una meta país en esta dimensión.
- Comportamiento tendencial (Puntaje: 1)
Entre 2018 y 2023 se ha invertido en Chile 19.783,08 MUSD en diversos programas relacionados con la Transición Energética, presentando el mayor monto invertido en el 2019, con 5.022,18 MUSD en proyectos de energías renovables; presentando una tendencia decreciente a partir de ese momento.
- Comportamiento interanual ( Puntaje: 0)
Respecto de la variación entre los dos últimos períodos, las inversiones en renovables incrementaron en un 14%. Este incremento, se define muy modesto respecto del histórico de inversiones en renovables que se han visto en el país. Esto puede deberse a las entregas de proyectos contratados en el pasado y a sus procesos actuales de operación en los que se concentra presupuesto.
Entre 2018 y 2023, se puede apreciar un camino de transformación en el que Chile inició con mayor impulso, combinando una apuesta fuerte por la energía limpia con el fortalecimiento de su tradicional sector minero, pero se ha ralentizado. Al hablar de energías renovables, la historia se remonta a la Ley de Fomento a las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) de 2008, que abrió las puertas a proyectos solares y eólicos en un país con altos niveles de radiación y buenos recursos de viento. Esta ley sentó las bases para que, en 2018, con la presentación de la Estrategia Energía 2050, se definieron objetivos claros para un futuro energético más diversificado y sostenible. Luego, en 2020, la Estrategia Nacional del Hidrógeno Verde entró en juego, impulsando la idea de una industria que, además de renovable, sea innovadora y menos contaminante.
En paralelo, el sector público, a través del Ministerio de Energía, ha canalizado recursos hacia iniciativas de fomento de energías renovables no convencionales, desarrollo energético rural, implementación del Plan de Eficiencia Energética y otros programas que buscan ampliar el acceso y sostenibilidad del sistema energético nacional.
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